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Transculturación en la literatura costarricense I
Con el propósito de observar cómo literatura costarricense refleja la sociedad y la realidad de la zona Atlántica, nos encontramos primero con publicaciones de escritores blancos. En primer lugar se encuentra la novela Mamita Yunai (1955) de Carlos Fallas, como la más conocida. [1] Se trata de una novela político-sindical que presenta al negro y su circunstancia denunciando la explotación del negro como trabajador en condiciones infrahumanas. En segundo lugar aparece Fabián Dobles que trata el tema del negro por medio de sus personajes de color y su conflictivo desarrollo psicológico. [2] No obstante, lo notable de su presentación es que, en parte, ignora la importancia del color porque, según revela, todo hombre es hombre y comparte las mismas características personales. En tercer lugar se encuentra, durante la última etapa del siglo XX, la presentación del negro por el negro mismo marcada por la revelación de las confrontaciones culturales entre la población negra y la blanca.
Según lo explica Quince Duncan, existen de manera igual tres momentos históricos reflejados en la literatura nacional costarricense escrita por negros.[3] El primero es el de la perplejidad, es decir, el periodo cuando no se conocen los blancos y los negros. El segundo momento es el de préstamos culturales y es el momento cuando el negro aprende español y acepta permanecer en el país. El tercer momento abarca las décadas a partir de la guerra civil, cuando comienzan a tomar lugar la interacción y las confrontaciones diarias, y, por consiguiente, la transculturación y la transmutación. A medida que tratan de entenderse, el blanco al negro y el negro al blanco es cuando el novelista Quince Duncan aparece en la escena como representante de la generación intelectual que “rompe–fronteras” en el campo de la comunicación entre las culturas.
Quince Duncan nace en un pueblo fundado por los trabajadores del ferrocarril en 1940 de padres antillanos. Su lengua materna es el inglés creole pero es educado en español. Se traslada al Valle Central durante su juventud donde permanece hasta hoy día, pero haciendo largas visitas a su pueblo natal, Estrada. Las obras literarias de Quince Duncan y sus libros de carácter histórico-cultural llegan a un número elevado y los temas de sus trabajos son siempre la situación y la vida del negro costarricense, la lucha de identidad y la denuncia socio¬cultural, además que trata los valores universales del hombre: el amor, la esperanza, la soledad y el miedo. Lo notable de su estilo es el uso de metáforas locales caribeñas, los dientes son como filas de mármol y el color de los personajes como carbón, oro o como la noche. Sus escenas, presentadas de manera retrospectiva, dan una visión circular a sus trabajos, donde los temas no se desarrollan en orden cronológico, sino circular, muchas veces por el uso de los lazos familiares.
Para la observación del tema de la transculturación y la integración del pueblo negro en la sociedad blanca costarricense es interesante observar la primera publicación de cuentos de Quince Duncan, Una canción de madrugada (l970). La colección contiene diez cuentos, todos breves, escritos, como todos los trabajos de Duncan, en español y en el texto no se encuentran préstamos lingüísticos del inglés creole. Los personajes principales son todos negros, gente que vive en Limón o alguno de los pueblos pequeños cercanos pertenecientes a la zona Atlántica. En cada cuento el personaje principal es una mujer y es ella la que lleva a cabo la tarea de dar a conocer el mensaje del autor y a través de la cual giran los demás personajes.[4] Los cuentos aparecen casi como snap-shots de la vida diaria y una representación de la vida cotidiana de la sociedad caribeña costarricense, hasta tal momento desconocida para la población blanca del país. Es interesante que no parece existir ninguna relación con el mundo exterior ni comunicación hacia los afueras de la zona. Temáticamente se exponen los recuerdos de la niñez, quizás la niñez del autor, representando los tiempos cuando era prohibido salir de la zona y cuando el pueblo de uno constituía el ombligo del mundo y la zona tropical de Costa Rica representaba el mundo entero.
Desde sus primeros cuentos Quince Duncan presenta los temas principales que se irán desarrollando en sus siguientes obras. El eje principal será el negro y su circunstancia; el yo soy yo y mi circunstancia ortegana en el mundo real y verdadero. Así su novela Los cuatro espejos (1973) revela una continuidad temática del último cuento de la colección anterior. El autor da a conocer las circunstancias de un hombre joven instalado en la ciudad capital San José, un mulato de la zona Atlántica que ha dejado a sus hijos en su pueblo natal y está enfrentando un conflicto, frente al espejo, definiendo su identidad y su ser en este momento. Para abrir la novela el autor usa la técnica de la retrospección, en un tiempo cercano al nuestro, pero que se va alejando para atrás, a un pasado no sólo del protagonista, sino también de la población de la región. La lucha de identidad requiere un viaje en el tiempo, en el espacio y en la realidad, y Duncan hace que el protagonista sale de su pueblo para estudiar, casarse e instalarse dentro del mundo blanco en la capital. Se sobreentiende que no se trata solamente de un personaje ficticio que está en crisis, sino que su papel es representativo y que hay otros involucrados en la lucha de la identidad y tratando de entender el proceso de la transculturación.[5] Para terminar vale resaltar que el papel de las mujeres en esta obra, como en las demás obras de Duncan, es sumamente importante porque aparecen como agentes de las distintas esferas culturales y para el personaje principal el sexo y las mujeres son inseparables.
Transculturación en la literatura costarricense II
[1] Fallas, Carlos Luis (1909-1966). Mamita Yunai. Editorial Lehmann, San José, (l978 / l940).
[2] Dobles, Fabián (l918-l997). Destacan sus novelas Ese que llaman pueblo (1942), Una burbuja en el limbo (1946), considerada su mejor producción, y En el San Juan hay tiburón (1967). En 1970 recopiló sus relatos en Cuentos de Fabián Dobles y Obra completa salió publicada en l995.
[3] Para más información ver: Duncan, Quince (ed), en: El negro en la literatura costarricense. Editorial Costa Rica, (1975).
[4] Para más información ver: Donald, Gordon K. Lo jamacano y lo universal en la obra del costarricense Quince Duncan. Editorial Costa Rica, San José (l989).
[5] En el texto la urgencia de la crisis se percibe por comentarios como; “Entonces miré el espejo. Un hombre de pelo desordenado, apareció frente a mis ojos. Algo le faltaba a la imagen” (14). Más adelante comparte: “No he soñado. No veo mi rostro” (18).
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